domingo, 16 de octubre de 2011

La costumbre

Hay que ser una estúpida para vivir de esta manera. La relación torcida que tenemos no sé a dónde va a ir a parar. Si ya está establecido que te odio entonces ¿Por qué aún sigo contigo?
Es sabido que para estar junto a ti hay que tener un coraje espartano, ir detrás de ti sin mirar atrás armada de paciencia y de un corazón de piedra; o tal vez ser muy de verdad muy idiota… yo me iría por la segunda.
¿Cuántas veces nos hemos peleado?  Cuántas veces he dicho ¡Basta, hasta aquí quedamos! Pero aquí seguimos. Tal vez porque he descubierto que somos un buen equipo, tú jalas, yo empujo, tú te alejas, yo te sigo, yo volteo, tú estás a mi lado, es como si nos complementáramos o simplemente que a los dos nos gusta vivir en la miseria.
Mucho se ha dicho de nosotros, nos dicen almas gemelas y cuál oráculos predicen una buenaventura para los dos, aunque más bien para mi es una tragedia griega  y tú bien sabes que esas terminan mal. Ya no estoy segura si yo soy la que no puede vivir sin ti o si tú dependes completamente de mí. A lo mejor si me mandaras flores  podría saber cuál es mi situación contigo, pero nunca lo harás, ni hoy ni nunca porque das por hecho de que siempre estaré ahí contigo.
Todos estos años me he pasado formulando hipótesis, llevo más de cien y aun no comprendo la razón del porqué yo debería seguir a tu lado ¿Será la costumbre?
Ese pequeño desequilibrio que siento cuando no estas cerca a veces puede tardar semanas en desaparecer y las desilusiones que me haces pasar a veces tardan años, tortura que debo cargar todos los días desde el momento que abro los ojos.
¿Cuál es tu propósito de hacerme sentir así?  Soy tuya desde los once años porque así lo quisiste o porque algún dios decidió que así debía de ser, entonces cuál es tu motivo para hacerme sentir tan mal ¿Es Karma? ¿Algo que te hice que aún no pago? NO, es la costumbre, mi amigo, no amor, no aprecio, no necesidad, COSTUMBRE el único lazo que nos une y nada más.  

martes, 11 de octubre de 2011

Cuando alguien se va, quien se queda, sufre más.

Me acuerdo la tarde en que te fuiste, era lluviosa y tú no llevabas paraguas. Estabas empapado de pies a cabeza y tu cabello, rubio, hecho una maraña. Yo no me recuerdo, es más,  dudo haber estado ahí presente, sin embargo te recuerdo a ti.
-Me voy- dijiste decidido – Mis padres me llevan lejos y creo que ya no te podré volver a ver. Lo siento mucho porque estoy acostumbrado a ti, pero creo que es hora de un cambio.
Todo ese discurso que me dijiste nubló mi mente por completo -¿Se va?- retumbó ese pensamiento en mis oídos, y lancé una carcajada tan fuerte que mi garganta se lastimó un poco. -¿Él? ¿Irse? Debe ser una broma. Sin embargo, te diste vuelta y caminaste hasta tu casa.
Recuerdo muy bien esa imagen, aún sueño con ella y créeme ha sido mi pesadilla por años. No te dije nada, no te sonreí, no te toqué ni te besé… ¡NADA! Actué como si no me importaras y tú actuaste como si yo no te importara a ti, supongo que por eso mi reacción fue tan fría y descabellada.
Días después lloré, me enojé, rompí todas tus fotos, de lo que me arrepiento sinceramente, te maldije y juré por todos los dioses que nunca más querría saber de ti. No sabía si estaba molesta contigo o conmigo, por no haberte dicho nada que te recordara a mí o simplemente besarte como siempre lo quise hacer.
Sé que esta confesión no sirve de nada ya, pero si alguna vez me vuelves a ver, quiero que sepas que aún atesoro la imagen tuya cuando caminabas hacia mí. 

lunes, 10 de octubre de 2011

Basado en la vida real...

¡No,no,no! ¡missss! ¡No se vaya, no se vaya! - decía el alumno  con el examen en la mano mientras la maestra salía del salón.

domingo, 9 de octubre de 2011

Cinco minutos


Yo sólo deseaba tenerte por cinco minutos. Tocarte, besarte, mirarte y volver a respirar ese perfume que toca tu piel. Quería cinco minutos para mostrarte mi verdadero yo. para que me conocieras tal y como soy. Moría porque tus labios tocaran los míos, de color rojo pasión, y que escucharas el latido de mi corazón.
Cinco minutos para ser libres, lejos de las inquietantes miradas y los rumores de los demás. Cinco minutos sólo para mí y juro que después podrías volver a tu vida normal, a guardar todos esos secretos que ahora son de los dos.
Yo, por mi lado, regresaré a mi rutina, a verte desde lejos, a reírme de tu risa, a escucharte atentamente mientras me escondía detrás de un libro, a memorizar tus palabras y a leer tus poemas en secreto.
Sólo cinco minutos me hubieran bastado para llenar mi soledad y traer un poco de paz a este cuerpo tan ansioso de ti.
(este lo jalé de otro blog que tenía) 

Falling Rain

Nunca se le había pasado por la cabeza la idea de que él era el hombre de su vida. Todos los días lo veía caminar bajo la lluvia mientras el agua mojaba su ropa y se podía ver su escultural cuerpo. Ella lo veía desde su departamento que se encontraba en el cuarto piso. Se sentaba cerca de la ventana justo a las 5 de la tarde porque sabía que puntualmente él aparecería por la calle principal.
Siempre iba bien vestido, con un traje de 3 piezas y brillantes zapatos negros.  Cargaba un portafolio que combinaba con su vestimenta y su cabello siempre iba perfectamente bien peinado, sin embargo ,cuando comenzaba a llover, éste tomaba un aspecto desalineado debido a las grandes gotas de lluvia que caían sin parar. Ella siempre se preguntaba porque él no llevaba un paraguas si sabía que era época de lluvias, pero nunca se lo preguntaría, nunca hablaría con él.
Esa tarde dieron las 5; ella se sentó a esperarlo como siempre. Puntualmente él apareció, esta vez no iba tan elegante sino con un jeans y una camisa de color blanco. Ella se acercó lo más que pudo y como si fuera magia comenzó a llover. Él sonrió, y lentamente levantó la cabeza buscando la mirada de aquella joven que lo admiraba en secreto. Cuando encontró la ventana se quedó mirando atentamente. Ella se estremeció, él sabía que ella estaba ahí.
Por un rato él  miró hacia su departamento y ella desde adentro moría de felicidad. Después volvió a sonreír, y levantó la mano, le decía adiós. Sacó una pequeña bolsa de plástico de su pantalón y lo dejó sobre la barda de enfrente, y después se fue.
Ella bajó rápidamente las escaleras, atravesó la calle sin precaución y tomó la bolsa. Adentro había un papel, lo abrió y después comenzó a llorar. 

Como un fantasma


Nunca pensé que llegaría a este punto. Tal vez debí darme cuenta el día que me preguntó ¿cuál era mi muerte ideal? No lo sé, no soy muy bueno con las señales y mucho menos cuando son de peligro y eso que debería saber cómo distinguirlas.
Ella es muy bella, seductora y astuta. Sabe lo que quiere y lo obtiene sin dudar de nada.  Tal vez fueron sus ojos verdes, su piel morena y esos labios de color rojo carmesí los que me distrajeron de mi objetivo: atraparla.

¿En qué momento me desvié del camino? ¿Cómo es que una persona como yo, profesional, con años de experiencia haya caído tan bajo? No lo sé, creo que nunca lo sabré. La última vez que la vi fue en un club nocturno en Tokio, bailaba alegremente tonadas de los años 70 mezcladas con ritmos electrónicos; los odio, siempre arruinan las canciones clásicas.  Llevaba un vestido negro, corto que no dejaba mucho a la imaginación. Podía ver desde lejos como los hombres que estaban a su alrededor trataban de acercarse a ella lo más posible para  tocarla y sentir su cuerpo moviéndose al compás de la música. Yo, era uno de ellos. Me acerqué con cuidado, para que no se diera cuenta, y toqué su hermoso cabello negro, largo y lizo.  Ella se volteó lentamente y me vio a los ojos, sonrió.

-          - Pensé que te había perdido en Ibiza, pero veo que me encontraste ¿Cuánto tiempo pasó?
-        -   Dos semanas – le contesté. Pero en Ibiza estuve a punto de atraparte mientras salías de ese banco con el maletín lleno de dinero. ¿Cuánto tiempo duraste casado con él?
-         -  ¿Celoso? – me preguntó con una sonrisa pícara.

Después bajó su mano y rozó mis genitales. Sentí un leve cosquilleo que me invadió todo el cuerpo. Ella al darse cuenta de mi reacción lanzó una carcajada y lentamente se acercó a mi oído.

-         -  Cuando me conociste te dije que no te fiaras de mí, agente, mucho menos que te enamoraras…y mira, aquí estás.  La verdad ya no sé si me persigues porque maté a mi  quinto esposo o sólo porque no puedes vivir sin mí.
-        -   ¡Tonterías!  - y me alejé de ella lo más que pude. La tomé del brazo y la saqué del lugar rápidamente.

Al salir pude ver que las patrullas ya nos esperaban. Era todo, el final, por fin después de 4 años de perseguirla la había atrapado, era hora de que pagara por todos los asesinatos que había cometido. Mientras la jalaba ella se carcajeaba como si fuera un juego de niños, como si supiera que nada le iba a pasar. La tomé fuerte para que no escapara y ella continuó riendo hasta que vio las patrullas a lo lejos.

-        -   ¡Por fin! El momento que tanto habías esperado. Qué alegría y orgullo para el agente Robinson- dijo con sarcasmo.  Sólo que me pregunto una cosa ¿Qué harás ahora que no me tendrás que perseguir?

No sé si fue el cansancio que tenían desde hace semanas o que simplemente no supe qué responder. Ella me miró a los ojos y después me dio un beso tan apasionado que me recordó a la primera vez que la tuve entre mis brazos. Era cierto, mi vida no tendría objetivo si ella no escapaba. Se había vuelto una adicción. Esa relación enferma  de “gato y ratón” se había vuelto parte de mi vida.

La solté y puede ver como sus hermosos ojos verdes brillaban de alegría. Después lentamente caminó hacia atrás mirándome a los ojos y sonriendo porque, se había salido con la suya.

-¿Qué tal anda tu francés?- me dijo. Y después salió corriendo sin mirar atrás. 

Incomprendido

¡No huyas cobarde! - El carnicero le gritó al perro cuando éste se robó su sandwich vegetariano.